martes, 30 de julio de 2013

The Newsroom: segunda temporada


Cuando The Newsroom estrenó el año pasado, se perfilaba como una buena serie que nos recordaría diferentes historias que hicieron noticia dos años atrás en Estados Unidos. Aquí, Aaron Sorkin, su creador, daría la versión que consideraba “más apta” en que se debió haber informado equis suceso, haciendo una crítica a los noticieros del país. A la vez que se nos mostraba lo que acontece frente a las cámaras, los diferentes ajetreos que ocurrían detrás de la cámara y en la sala de redacción eran los principales lugares donde se concentraba la narración, esas eran las mejores partes de The Newsroom. Por otro lado, un tipo de triángulo –en cierto momento, cuarteto– amoroso se desenvolvía entre clichés y cursilerías que no lograban hacer un buen balance entre las historias; así, la serie pasó a perder el buen camino que llevaba desde un principio.
Ahora que llevamos tres episodios de la segunda temporada, luego de un buen comienzo y una desastrosa segunda semana, podemos decir que vamos por el mismo camino del primer año. El seguimiento de los amoríos entre los y las periodistas cansa desde el primer minuto, a pesar de sacar a uno de la oficina central y enviarlo en un bus que cubre la campaña del candidato presidencial republicano, en el 2011; resulta, hasta el momento, la historia más interesante.
Un detalle curioso, a diferencia del uso exclusivo de noticias reales en el primer año, fue implementar un hecho noticioso ficticio que, por lo visto, se alargará durante el resto de la temporada: un crimen militar por el cual el equipo de noticias se mete en graves problemas legales (Operación Genoa), como se vio en el primer episodio. El saber de antemano que las cosas con esta historia no tendrán un buen final es algo muy arriesgado, en cualquier momento el televidente se puede aburrir si no maneja bien el asunto, lo que nos recuerda que Sorkin hace lo que quiera con sus guiones y HBO le da esa libertad. Evidencia de esto son los rápidos y filosos diálogos con monólogos recurrentes de parte de todos los personajes, una posición crítica y gran inteligencia que llega a cansar, se vuelve demasiado evidente la mentalidad de Sorkin en cada uno de sus personajes, son extensiones de su autor. Detalle que lo lleva a denigrar al elemento femenino sin que se dé cuenta, la mayor razón por la cual fue criticada la serie se repite, por más que intente enmendarlo, en mostrar a mujeres competentes y firmes en su trabajo pero que caen cuando están frente a situaciones amorosas con hombres, sobretodo con los personajes de Makenzie y Maggie frente a Will y Jim. Algo que deberíamos tener en cuenta no solo aquí sino en cualquier otro programa que vemos pero que Sorkin lo hace demasiado evidente y por lo tanto es más criticado y mencionado en esta reseña.
Las actuaciones son rescatables, en especial Jeff Daniels y Olivia Munn que transmiten los diálogos sorkinianos con más naturalidad y sin que se sienta forzado.

Con una nueva secuencia de créditos más moderada y elegante y esperando que la temporada mantenga el buen ritmo que se vio esta tercera semana, The Newsroom no pasa de ser una serie regular que se cree más de lo que es en realidad.

viernes, 19 de julio de 2013

A Young Doctor's Notebook

Muchos actores y actrices de cine se pasan a la televisión una vez que pierden éxito o ya no quieren ser
contratados por ser muy costosos; poco a poco, se anuncia más el nombre conocido y no el programa, por lo que, muchas veces, se pierde la intención de contar una historia por escribir a favor de las cualidades y fortalezas histriónicas del actor o actriz principal.
Daniel Radcliffe, en cambio, ha intentado, sin mucha suerte, consolidarse cada vez más como un actor serio y multifacético en el cine luego de estar atado, más de siete años, a la famosa saga de magos; por la cual, lamentablemente, será (re)conocido siempre.
Pero aquí aparece, inesperadamente, en la tele, de la mano productora del excelente protagonista de la serie Mad Men, Jon Hamm. Este pequeño "experimento" cuenta la historia del doctor en 1934 que recuerda sus primeras experiencias luego de ser enviado a una clínica en medio de la nada, recién graduado en 1917 como el mejor de su clase en una universidad de Moscú.
Digo experimento porque de primera instancia parece un drama que llevará por los altos y bajos del aprendizaje, errores y arrepentimientos dentro de la práctica de medicina cuando no se tiene experiencia alguna además de la teoría que aportan los libros; pero resulta más una comedia de auto descubrimiento con una interesante ambientación y llevada a un muy buen ritmo. Sin ningún chiste muy original sino situaciones desconocidas y el terror del joven doctor al estar ante los retos que trae la medicina del momento manejadas con un agradable humor negro, A Young Doctor's Notebook, transmitida originalmente en el 2012, transcurre durante cuatro semanas como si fuera una sola pieza narrativa. Los dos primeros episodios brindan el tono más ligero y divertido, el tercero y cuarto contienen, tal vez de manera muy comprimida, los sucesos más dramáticos. 
El buen uso de la música le da ligereza a la oscura cinematografía. Al tener un escenario restringido los diálogos y actuaciones llevan el peso de la historia, excelentes las secundarias. Aunque a veces un poco caricaturesco, Radcliffe encarna a la perfección las angustias de un joven que ve el mundo con positivismo y es golpeado por la cruda realidad y las verdaderas consecuencias de practicar medicina. Hamm, con pocos minutos en pantalla, muestra, sin mucho esfuerzo, la tristeza y arrepentimiento al verse a sí mismo en sus años de juventud lleno de vitalidad llevados al desperdicio. Las mejores escenas son las interacciones entre estos dos actores que casi pueden pasar por uno mismo.
Con solo cuatro episodios producidos y una pequeña esperanza de que tenga segunda temporada, A Young Doctor's Notebook nos deja, solamente, con las ganas de poder haber visto más. No se la pierdan.

sábado, 13 de julio de 2013

Hannibal: Savoureux


Posibles spoilers.










Algo que sucede con series policíacas o de investigaciones criminales es la constante aparición de personajes que aparecerán solamente por un episodio, aunque existen los que ya conocemos y son los que investigan semana a semana, no se llega a tener un contacto o conexión personal que haga querer ver el programa además de la trama. Por esta y otras razones, series como CSI, NCIS o Criminal Minds, aunque extensamente populares entre el público en general, no llegan a cautivar a los críticos desde el punto de vista narrativo o innovador; no hay mucha ciencia ni esfuerzo en crearlas. Son piezas dispensables dentro de las cantidad de programas que hay en la televisión. 
Por eso se aprecia tanto cuando aparece una serie como Hannibal, que posee esa fórmula semanal pero al mismo tiempo está interesada en presentar complejidad y una historia que se desarrolle a lo largo de todos los episodios de la temporada.
Con su final de temporada, Bryan Fuller demostró que es capaz de hacer el balance que debería existir –en series policíacas– entre manejo de la trama y un buen desarrollo de personajes, así el espectador volverá cada semana.
Está claro que muchos de los detalles en Hannibal resultan exagerados y difíciles de creer, pero ese es el estilo propio de Fuller cuando muestra representaciones de cadáveres (asesinato con un cello, un tótem de cuerpos, ángeles de carne). Al ser imágenes tan explícitas, la serie llega a ser no solo de género policíaco sino también de horror, imágenes que no todo el mundo soporta ver; éstas son parte de una historia que acontece en una atmósfera que siempre da la sensación de estar soñando, efecto que logra involucrar aún más al espectador.

Aunque la coloración siempre es sobre saturada, la música, las actuaciones y la fotografía no pierden esa vibra seria y triste, pero son complementados con finos diálogos entre personajes inteligentes y astutos; con Will Graham, al ser el más complejo de todos, el equipo de producción logró explotar la cantidad de pesadillas que tenía mientras dormía y estaba despierto, los efectos especiales son utilizados para mostrarnos cómo se manifiestan los objetos que están alrededor en la mente de nuestro personaje principal. Dentro del embrollo mental, el doctor Lecter logra incriminar a Will de los homicidios ocurridos a través la temporada para que crea que verdaderamente los cometió. Pero el que Will entendiera finalmente quién es en realidad su compañero y amigo’(el verdadero destripador) da paso a un cambio sutil pero completamente visible en su personalidad (extraordinaria escena final del episodio). Hugh Dancy hace un trabajo histriónico admirable y Mads Mikkelsen pasa de un sutil psicólogo al asesino que tememos cuál será su siguiente movida. Caroline Dhavernas tuvo un personaje muy mal utilizado, pero dio su mejor actuación de la temporada en este episodio al llevar el aspecto melodramático y ser la única que se cuestiona el desenlace que tiene Will.
Hannibal es una serie con un profundo conocimiento de la psicología de sus personajes y el viaje sin terminar que hacen éstos; llevar de nuevo a la pantalla al ya sobreutilizado doctor Lecter y darle nueva vitalidad resulta tarea difícil, pero Bryan Fuller lo logró con excelentes resultados. Vale la pena volver a ver la temporada completa en unos meses y así estar preparados para las sorpresas que nos esperan en su segundo año. Bon appetit!

Me atrevo a nombrar Apéritif (1), Entrée (6), Sorbet (7) y este final como los mejores de la temporada.

martes, 2 de julio de 2013

Bates Motel

Uno de los elementos que más funciona en la televisión es el de la sorpresa. El no saber qué sucederá o
sospechar por dónde irá cierta línea narrativa y que el giro sea totalmente inesperado resulta una herramienta esencial a la hora de contar historias mediante episodios semanales.
Pero cuando ya se conoce ese final, lo que se ve antes puede resultar de dos maneras: aburrido, porque ya sabemos por dónde irá la trama y no tendrá el mismo impacto; o interesante, porque queremos saber los acontecimientos que llegan al conocido desenlace que –en muchos casos– resulta más interesante.
El caso de esta nueva serie es una extraña mezcla de las dos características, pues resulta una "historia de origen" del famoso filme de Alfred Hitchcock, Psicosis (1960). Bates Motel pretende dar una mirada a la vida de Norman Bates y su madre, Norma, con intención de dar un tipo de explicación a las actitudes y acciones que vimos de él en el filme.
Lo cierto es que se trata de una innecesaria historia de origen a la que ya estaba bien construida en su narración sin requerir más explicaciones; pero no importaría si es algo bien contado, con riqueza y profundidad en sus personajes y dentro de su propio mundo. 
Aunque posee una buena introducción con el potencial de llegar a ser un programa temáticamente interesante, no lo logra. Cada nuevo punto narrativo parece sacado al azar en una rifa de números y llegan a ser tan ridículos y bizarros que los escritores los dejan botados o deben encontrar una manera fácil e igualmente ridícula para sacarlos del camino.
A ratos parece ser un buen melodrama de una relación conflictiva entre madre e hijo; luego cambia a una historia de amoríos adolescentes; por ahí surge una comedia caricaturesca donde no sabemos si reír o llorar; incluso hay un intento fallido de denuncia a la inoperancia de  las autoridades. No hay cuando aterrice la narrativa y los diálogos son tan patéticos que ni los actores parecen creer lo que están diciendo.
En un pueblo casi fantasma, se salva la actuación de Vera Farmiga, como madre histérica y sobre protectora, le da la única energía al programa con su exagerada actuación; y Freddie Highmore, aunque hace su esfuerzo, parece aburrido la mayor parte del tiempo. Resultaría difícil llegar a la sutileza y misterio que dio Anthony Perkins al complejo personaje.
Los mejores momentos son cuando aparecen pistas que recuerdan los detalles que caracterizaban a Norman en el filme, excepto uno relacionado con un perro al final del episodio siete que raya en lo ridículo.
Para una temporada de apenas diez episodios suceden demasiadas cosas que no funcionan del todo, culpa de los escritores que quisieron encajar más de lo que pudieron manejar, y con una que otra escena que vale la pena, existe una mínima esperanza de que mejore en su segundo año.

Bates Motel estrena episodio todos los lunes a las 9 p.m. por Universal Channel.