Cuando Walter White apareció por primera vez en la pantalla de televisión, en el 2008, no era más que un episodio piloto muy bien escrito, construido, filmado, actuado y criticado que entretuvo a muchos lo cual ayudó a que tuviera una segunda temporada. Seis años después, no existe fenómeno televisivo igual al que creó Vince Gilligan con este personaje. Con el tiempo, Breaking Bad se convirtió en la serie que nadie debía -o deba- perderse y tenía que ser vista lo antes posible para que nadie contara algún detalle importante que quitara emoción al ver cada episodio.
Ahora que salió al aire su episodio final y una era de televisión termina, me queda un pensamiento simple: Breaking Bad no es una serie perfecta, pero lo es.
Son muchas las razones de que, a lo largo de los años, existieran salidas fáciles o altibajos muy evidentes en la narrativa, pero son esos bajos los que la hacen aún más interesante ahora que ha terminado. Por los altos, la poesía en pantalla fue, y es, innegable e inigualable. La premisa de Breaking Bad no no debería ser explicada, esta es una serie que debe ser vista en toda su gloria, por lo menos los primeros tres episodios. Esta es una serie que nos ofreció una historia que no es posible olvidar fácilmente; a través de cada escena y diálogo, los personajes eran llevados a situaciones totalmente extremas, y hasta bizarras. La cinematografía dejaba una impresión de haber vivido cada segundo que había pasado, habíamos experimentado cada momento de intensidad junto a los personajes. Esto por una cuidadosa planeación de la narración que lograba un excelente clímax en los últimos tres episodios de cada temporada, algo raro para televisión. Las actuaciones siempre fueron de excepcional calidad, Anna Gunn, Aaron Paul, Dean Norris, Giancarlo Esposito y, entre otros, el maravilloso Bryan Cranston quien da, hasta el momento, una de las mejores actuaciones en la historia de la televisión; la imagen que nos mostró de Walter White no pudo haber sido más perfecta.
Si hablamos de finales de serie, que pocas lo han llegado a conseguir, y llegar a una conclusión satisfactoria de la narrativa construida durante años, siempre será difícil que sea un verdadero conclusión narrativa: no todos los fanáticos lo verán con buenos ojos. Es la conclusión para los personajes lo que resulta más importante al final, dejar un sentimiento de cierre para que las personas con las que hemos pasado tanto tiempo nos dejen de la mejor manera.
Walter White no debía tener un final redentor. No lo merecía. Sus actos fueron demasiado graves y de consecuencias inmensamente perjudiciales como para que terminara de manera fácil hasta el final de sus días; intentó hacer todo lo posible para dejar un poco de orden ante tanto caos que provocó, pero el daño ya estaba hecho. Tenía que pagar por sus actos y al final confiesa que lo hizo por él, no podía seguir diciendo la excusa de que era por el bien de su familia.
La satisfacción de Walter White como personaje era limitada, pero la que logró en sus espectadores, estoy seguro que fue inmensa. Breaking Bad deja un legado importante y los que llegamos a verla desde el principio no dejaremos de recomendarla a quien no conozca su historia; así que si no han llegado a ver esta serie, la recomendación y la frase "¡no sabes de lo que te pierdes!" quedan sobrando. A pesar de que haya finalizado, el viaje vale la pena, no se arrepentirán.
Unos de los mejores episodios son 4 Days Out, ...And The Bag´s in the River, Fly, Fifty-One y Ozymandias.