lunes, 27 de enero de 2014

Girls y Looking


Luego de dos años de despertar todo tipo de controversia y tener desde seguidores fieles hasta los que la odiaban o veían solo para criticar cada escena que salía en la pantalla, Girls regresa un tercer año, nada más y nada menos.
En una entrevista, Lena Dunham comentó que su proceso creativo era "dentro de una burbuja", es decir, sin  dejar que cualquier crítica, buena o mala, interfiriera (excepto la falta de diversidad que no fue incluida muy bien en la segunda temporada). Así, la visión que quería mostrar no era posible cambiar si sentía presión del público general.   Esta es, sin duda, la mejor manera de llevar a cabo una serie tan sobre analizada y, muchas veces, odiada por los televidentes. Entra, entonces, la tercera temporada. Pero sucede que el cambio es más evidente. Girls se nota más discreta que nunca; siempre con el espíritu que la hace diferente, pero con menos intenciones de ser algo más de lo que en realidad es. La frase del piloto "puede que yo sea la voz de mi generación" quedó como la mejor broma para una comedia o el mal recuerdo de una protagonista/creadora que pensaba en hacer una declaración de las chicas en sus veintes que viven en Nueva York. Menos es más: en los tres primeros episodios de la temporada vemos una Hannah más centrada, al estar en una relación más seria con Adam (Adam Driver), el mejor personaje que tiene la serie, por el momento. Las demás chicas crecen de acuerdo a las experiencias que hemos vivido con ellas; ahora tenemos una mejor idea de cómo resultaría una reacción "orgánica" de cada personaje y la empatía puede darse más fácilmente con situaciones más reales. Es en el cuarto episodio que sube Queda el resto de la temporada para averiguar si el crecimiento de Lena Dunham como escritora y jefa de su serie se nota con las historias que preparó esta vez desde su burbuja.


Por otro lado, HBO continúa sus experimentos televisivos con la nueva serie Looking, un vistazo a la vida de tres amigos homosexuales que viven San Francisco. Muchos creían que esta sería la versión gay de Girls; al darle el horario justo después de ésta, era de esperar que la temática fuera parecida o que tuviera rasgos distintivos que hicieron de Girls un programa que generaba tanta conversación. No resultó ser el caso. Looking no solo tiene su propia voz sino que tiene más respeto por sus personajes desde el primer minuto que los vemos en pantalla. La naturalidad de las situaciones representadas es lo que le da el toque de realidad que debe aparecer en una serie de esta temática. Si bien se centra en Patrick (Jonathan Groff) y su inhabilidad para saber lo que quiere, o cómo actuar, con respecto a relaciones de pareja, sus dos amigos (Frankie J. Álvarez y Murray Bartlett) presentan una interesante adición, cada uno con su propia historia que maneja su propio ritmo.
La dirección y coloración es intrigante. Vemos un mundo que no quiere ser extravagante ni hacer una declaración de algún tipo; simplemente es mostrar las situaciones en que se encuentran estos muchachos y la vida que puede ofrecer la ciudad. Esa simplicidad es agradable para cualquier espectador que no busque tramas rebuscadas o que existan solo por la necesidad de contar algo innecesariamente complicado. Looking es, principalmente, sobre sus personajes y el buen manejo que se les da, en pantalla, de los sucesos, sobre todo románticos, que atravesarán durante ocho semanas que estarán al aire.

jueves, 23 de enero de 2014

Revenge: tercera temporada

Cuando Revenge salió al aire por primera vez no era más que una prometedora serie que
funcionaría bien con una fórmula de venganza semanal de parte de la protagonista Emily Thorne hacia aquellos que traicionaron a su padre, sobre todo a la millonaria pareja Grayson, enamorando a su hijo y lograr manejar mejor sus planes desde el interior.
Con el paso de sus episodios, cada detalle de la historia parecía más jalado del pelo, su atractivo se fue perdiendo al asumir, por completo, los aspectos novelescos que no eran manejados con una base más concreta de parte de sus personajes, sus acciones salían de la nada y sucedían por el simple hecho de avanzar con el argumento. En la segunda temporada (de lo peor), todo nuevo giro narrativo salía mal y era evidente que los escritores se daban cuenta de sus errores, entonces luchaban por eliminar detalles que estorbaban. La visión original de la serie se había perdido.
Para la tercera temporada, sin dar a conocer detalles, la cadena ABC despide al creador, Mike Kelley. Su propio proyecto continuaría sin él. No sabemos mucho de estas negociaciones que suceden entre los empresarios y escritores, y no entraré en detalle de lo difícil que debe ser producir veintidós episodios en menos de un año con tantas decisiones que deben tomarse, pero siempre ha existido un respeto por la visión original del creador o creadora que supervisa y lleva el mando creativo de la serie. Es para mi sorpresa que el reemplazo de Kelley, Sunil Nayar, fue lo mejor que le ha sucedido a Revenge. 
Veámoslo así: cuando una serie entra en modo novela, debe llegar a saborear lo jugoso del melodrama exagerado para poder entretener sin tomarse tan en serio; Revenge no solo se tomó demasiado en serio durante su segundo año, sino que no llegaba a hacer de sus giros y sorpresas evidentemente novelescos, tenían demasiada seriedad. Nayar toma todo lo sucedido en el final de temporada, lo descarta sin miramientos y comienza fresco. Pero ahora decide mantener las cosas simples, no distraerse de lo que hizo los primeros episodios tan atractivos: la venganza de Emily (que ahora se expande al que es ahora su esposo, Daniel). Al establecer un "arco narrativo" de diez episodios (donde sabemos que a Emily le dispararán), para luego quebrar el status quo de la serie, poniendo a la protagonista en evidencia ante sus "enemigos", es un movimiento arriesgado que ha ayudado grandemente a que vuelva a sentirse fresca. 
Ahora solo el tiempo dirá si Revenge logra mantener esa tensión que ha logrado en sus últimos episodios. La venganza nunca fue tan costosa y elegante.