No hay serie igual a Hannibal.
En su primer año fue un experimento muy ambicioso que resultó en una excelente manera de volver a contar una historia de la cual ya sabemos el final, pero más importante era el viaje hacia esa conclusión. Al término de su segundo año, dentro de sus giros narrativos retorcidos y aspectos meramente psicológicos, salió a relucir la verdadera joya del programa: sus historias visuales. El equipo de producción está consciente del estilo y firma que hace resaltar a la serie, la extravagancia que la identifica será utilizada de la manera más exagerada posible a través de las hermosas imágenes con sobresaturación del color y detalles grotescos y aumentados en primer plano que cuentan la historia detrás de los "platillos" que cocina el doctor Lecter.
La división de la segunda temporada que sostuvo a Will Graham tras las rejas durante seis episodios fue, además de arriesgado, la excelente base que necesitaba la relación entre él y Hannibal, construyendo un vínculo diferente al que tuvieron el primer año (una evolución más retorcida y manipuladora al saber Will el verdadero lado de Hannibal), pero centrada en llegar a la segunda mitad que, a pesar de ser más problemática, mantuvo un nivel de tensión y confusión (sobre todo para el espectador) que llevaron a un dolor y sorpresa más impactantes al ser resueltos en el clímax del final de temporada, dirigido de manera brillante por David Slade.
Es el genio de Bryan Fuller y su equipo de escritores que sostienen trece episodios al año y logran crear piezas de televisión no solo de gran calidad, sino que entretienen enormemente con esta re imaginación de los libros originales de Thomas Harris; pero es aquí donde se nota, más que en otras producciones, la colaboración de muchas partes que crean un programa de televisión: la dirección artística, la música y edición de sonido, el diseño de producción y las actuaciones sobresalen de manera independiente para crear, entre sí, un conjunto que se transforma en lo que vemos en pantalla cada semana. Si las palabras no me alcanzan para poder abarcar esta deliciosa y terrorífica serie, es porque sería imposible describir su grandiosidad de imágenes que resaltan enormemente, en la pantalla, su incómoda belleza, y dan una sensación de estar viendo, más bien, una obra de arte.