jueves, 27 de agosto de 2015

Mr. Robot


“Hello, friend.”

A veces, las historias de héroes vienen de los rincones menos esperados del mundo. A veces, esos héroes no saben que lo son, porque puede que estén ocultos en algún rincón del truculento y maravilloso lugar que es la mente humana.
Eso entiende muy bien Mr. Robot, una serie que sale casi de la nada con su poco convincente título y trama no muy llamativa a primera vista: hackers, seguridad informática y ataques cibernéticos. Pero, por suerte, como bocanada de aire fresco en todos sus aspectos, y con mucha confianza en sí misma, esta nueva serie resulta mucho más que su anunciada premisa.
En Mr. Robot, seguimos a Elliot Alderson, un joven ingeniero que trabaja y analiza todo desde su ordenador, no solo por su habilidad con el teclado, sino por su trastorno antisocial de personalidad. Sus pensamientos nos permiten entrar en su cabeza, saber lo que está pensando; somos su “amigo imaginario”, alguien en quien confía. Así, lo veremos desenvolverse con su apatía por las personas y la oportunidad, gracias a una organización secreta llamada Mr. Robot, de traer abajo una de esas mega compañías (curiosamente llamada Evil Corp) que controlan todos los aspectos de la sociedad.
Al entender esto, y ver cómo los personajes se desarrollan a través de los episodios, descubrimos que, más que contarnos su viaje, la serie representa a Elliot, la serie es Elliot. Un viaje atípico de esta persona desconocida para el mundo, pero suficientemente capaz como para hacer grandes cosas sin que nadie se dé cuenta. Elliot, sin embargo, sigue siendo una persona, sabe que tiene deseos y errores, los conoce, es humano. Sus debilidades están en las drogas y los lazos que forma con sus pocos seres queridos. En sus intentos de controlar todo, se le saldrán de las manos los acontecimientos que debe sobrellevar con los giros narrativos que los escritores van revelando en el transcurso de la temporada (de 10 episodios).
Así funciona, al mismo tiempo, la atmósfera de la serie: como Elliot. Es diferente, fría y distante. Cada encuadre posiciona al personaje que habla en una esquina de la pantalla, evidenciando lo pequeño que es cada quien ante la vastedad del mundo y la sociedad.  Su ritmo es acelerado, pero sin colores brillantes; el neón de las luces o la oscuridad de las esquinas son los escenarios más recurrentes. El exterior es peligroso; el interior, aun más. Las secuencias son acompañadas de música que se funde con las imágenes, demuestran niveles de tensión o tranquilidad, dependiendo del momento. Un plano secuencia en particular, durante el episodio cuatro, que me dejó con la boca abierta.
Lo mejor, es que todos los tecnicismos no hacen descuidar el tratamiento de los personajes y la historia que se cuenta. Desde su intrigante protagonista (al cual Rami Malek le da el aire perfecto con su sutil pero hipnotizante actuación), a los secundarios, donde, sobre todo, los femeninos aparecen bien formados y con espacio suficiente para desenvolverse propiamente en el mundo de la serie. Incluso, el posible antagonista tiene uno de los arcos narrativos más interesantes.
Temáticamente, Mr. Robot muestra las injusticias que sufren las personas de parte del capitalismo y los altos negociantes que controlan y supervisan todo desde sus oficinas en rascacielos, además de explorar la posibilidad de desbancar a estos funcionarios mediante el arma de doble filo más grande de la actualidad: la internet. Pero antes que eso, Mr. Robot es sobre la capacidad de mantenerse a flote en esa misma sociedad que alienta y, al mismo tiempo, destruye con demasiada facilidad cualquier sueño y hasta relación personal que se pueda tener. Es el retrato de la sociedad dormida y un individuo que, al no encajar, no sabe si prefiere ser parte de todo eso o salirse de una vez por todas. Pero ¿por qué le resulta tan difícil? Porque su humanidad y emocionalidad se interponen. Y no sabe si eso es bueno o malo, cosa que asusta y confunde aun más. (Hasta la confianza que tiene con su “amigo imaginario” puede destruirse cuando menos se espera.)
Entonces, eso es lo que puede destacar entre tanto código y aparato tecnológico: que todos tienen algo especial y diferente, y que, como individuos, podríamos salvarnos de ser absorbidos por la jungla de metal.
Es por eso que Elliot es un héroe moderno. Pero él no lo sabe. Y esa es la parte más interesante de la serie.   
Entre tanta ­—y, a la vez, tan poca— oferta, Mr. Robot sobresale con su estilo particular y facilidad de adentrarnos a su universo paralelo sin caer en exageraciones o pretensiones. Cada episodio tiene su encanto propio, así como la temporada completa, y deja buen sabor para anticipar su ya asegurado segundo año.

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martes, 4 de agosto de 2015

Halt And Catch Fire: segunda temporada


Al terminar su primera temporada, Halt And Catch Fire no sabía qué quería ser, qué fue o qué historias contó durante sus primeros diez episodios. De tal manera que el recuerdo de esta serie era un montón de momentos borrosos de una compañía, Cardiff Electric, que quería diseñar el ordenador de mañana. Lo que quedó fue la basura que deja la competencia a la hora de presentar el producto final.
Lo que sí parecía un poco más memorable fueron los personajes que la serie creó, pero el mal desarrollo que tuvieron resultó una lástima para estas personalidades interesantes que nos llevarían un poco más allá de las mentes que pensaron, configuraron y crearon las computadoras que hoy en día usamos.

Entra a su segundo año y el rediseño de la serie no es solo evidente, sino que sorprendentemente bueno.

Todo comienza con el replanteamiento del enfoque de la serie. Olvidarse de sus personajes mientras avanzaba en trama fue la primera falla; esta vez, con solo el primer episodio de este año, la atención está clara en el crecimiento interno de los personajes, a través de las situaciones externas que necesariamente deben suceder. Algo así como darse cuenta de que el potencial no estaba en contar una historia de computadoras y ya; la gran maravilla era ver cómo estas personas llevan sus sueños a intentar materializar dentro de la dura realidad que los rodea y cómo crecen, dentro de sus imperfecciones, conforme se enfrentan a la vida misma.
 
Esto se refuerza colocando al frente de la historia principal a las dos figuras femeninas principales, Cameron (Mackenzie Davis) y Donna (Kerry Bishé), dándoles protagonismo y jugando con los diferentes matices que podrían tener a la hora de manejar su propia compañía (Mutiny) de juegos en línea desde una casa, además de desarrollar la complicada, pero estrecha relación entre ellas.

Christopher Cantwell y Christopher C. Rogers, creadores de la serie, llegaron a pulir su manera de plantear y desarrollar las historias después de analizar y observar cómo reaccionaban los personajes entre sí (mucho se da luego de ver las interacciones entre actores y vida propia que le den al papel). Cada una de las decisiones que vemos en la segunda temporada de Halt And Catch Fire es siempre merecida y con fundamento, nunca se sale de la realidad creada en la serie; más aún, cuando una emoción específica es representada en pantalla, es posible identificarse con ellos, aunque no sea igual: el sentimiento es creíble.

Aunque los temas tecnológicos, de financiamiento, el poderío de las grandes empresas y debate sobre lacreatividad son evidentes a través de la serie, no llegan a estar sobre los conflictos internos de los protagonistas de la serie (y de los secundarios también). Porque si algo entendieron los escritores de Halt And Catch Fire es que, para lograr buena televisión, hay que dejar que el espectador conozca a los personajes y se preocupe por ellos antes de que le importen los giros narrativos o sorpresas al final de cada episodio, muchas veces utilizados por el simple hecho de mantener la emoción a punta de sorpresas.

Ante la maravilla del planteamiento de historias y personajes, aún más sorprendente resultó el valor de producción que llegó a tener el segundo año del programa. Con la maravillosa fotografía de Jeffrey Jurr, los encuadres que aparecían cada semana resultan dignos de ser estudiados. Con colores específicos para cada ambiente y atmósfera, además de la colocación de los actores y movimientos de cámara realmente cuidados para un programa de televisión. A eso le sumamos el increíble manejo del espacio y actuaciones verdaderamente comprometidas con el material que se les da, y nos queda —pocas veces visto— un segundo año de serie realmente espectacular.
Funcionando muy, pero muy bien a nivel de episodio (semanal) y como temporada completa de televisión, Halt And Catch Fire es, sin duda, una de las mejores series del año.