jueves, 21 de abril de 2016

Girls: temporada 5


Estamos en una época donde la conversación es parte de todo el fenómeno del cine y la televisión. Las reacciones se vuelven simultáneas, los análisis en redes sociales se van desarrollando con el tiempo y las recomendaciones entre amigos crecen y hacen a las series más populares. Pero, ¿qué pasa si una serie no es tan comentada? ¿Acaso pierde validez? ¿Es, entonces, no tan buena porque no aparece en el catálogo de Netflix, al alcance de casi todo el mundo?
Se ha vuelto señal de popularidad para las series, pero el indicador de redes sociales solo expresa la intensidad con que los seguidores ven o disfrutan cada programa. Al final, serán los ratings los que definan la supervivencia de una serie, esa mayor cantidad de personas que se toman el tiempo de sentarse frente al televisor a disfrutar a un horario específico. Todavía sucede, créanlo o no.
Entonces, podemos hablar de una serie que fue fenómeno durante sus primeras dos temporadas (o sea, muy debatida en redes sociales) y ahora pasa desapercibida por esas conversaciones que toman lugar en el internet. Por suerte, la gente continua viéndola y eso le ayudó a llegar a su actual quinto año: Girls (HBO).
Entre tanto evento televisivo los últimos años, la falta de atención no le ha quitado sus fortalezas y debilidades a la curiosa creación de Lena Dunham. La series siempre tuvo cosas para rescatar, motivos puestos en duda, personajes detestables, pero, ante todo, una seguridad de lo que se quería contar en cada temporada que salía al aire. No existen pretensiones fuera de lugar con Girls, solo las disparatadas historias de las cuatro chicas protagonistas, donde lo más difícil que deben enfrentar es la vida.   
Pero Girls nunca dejó de ser buena. Se volvió adulta, maduró y logró hacerlo indiscutible conforme  recorría las distintas facetas del desarrollo y evolución de sus personajes. Las personalidades iniciales están ahí, pero con el crecimiento importante que puede caracterizarse en una quinta temporada y las vueltas que deben surgir para una serie que debe buscar refrescarse para no resultar repetitiva. Que vale recalcar: la serie no es, en ningún momento, repetitiva.
No hay duda de su identidad, fortalezas y contradicciones internas que la hacen tan interesante, pero ya no es esa serie que despertó conflictos entre usuarios “en línea” o las personas que la conocieron desde el principio. Ahora, Girls se permite estudiar cada momento que pasa con mayor detenimiento y confianza. Los guiones de Dunham hacen que las voces de sus personajes sean parte de un mundo en movimiento, imparable alrededor de ellas. Cada momento es una escena bien puesta, editada y analizada para lograr el ritmo que vemos en pantalla con resultados más efectivos y atinados. Sin olvidar la selección de canciones para los créditos, que cada vez calza mejor con el tono de la serie.
Al estar un poco más divididas, ahora Shoshanna (¡genial!) toma decisiones alocadas que llevan a sus respectivas consecuencias con las que tiene que vivir ¡en Japón!; Jessa se ve en la difícil situación de escoger lo que la hace feliz y sus deseos de superarse a sí misma; Hannah discute, consigo misma, los problemas de sus padres y la estabilidad que logró de repente que la confunde en su camino hacia la verdadera felicidad; y Marnie, entre fallidas experiencias por todo lado, vive una de las experiencias más increíbles de su vida que le ayuda a abrir sus ojos ante el inmenso mundo y el descubrimiento de ella misma.
Así, con fecha definida para su final, al término de su séptima temporada, Girls es la prueba viviente de que la constancia y seguridad en los personajes e historias que se quieren contar son suficientes para mantener la calidad y sencillez de una serie que parece pequeña, pero será recordada como uno de los ejemplos más interesantes y apropiados para la televisión que se transmite en esta época de tanta volatilidad en opiniones, sorpresas y spoilers (que, por suerte, no son tan relevantes aquí).