Los fanáticos de la tremenda saga de las galaxias (porque
por otro lado está la de las estrellas) no pueden dejar de comparar y hablar de
la primera y segunda trilogía, de cómo una es mejor que otra y cómo las más
recientes arruinaron todo o cómo unas son más soportables que otras y que, en
todo caso, las vieron, las disfrutaron o las odiaron. Lo cierto es que, a la
fecha, el fenómeno es gigante y los que vieron las viejas, también las nuevas
las disfrutaron hasta cierto punto.
Ahora, con tanta, pero tanta expectativa, una nueva entrega
llega de Star Wars y emociona al mundo
entero mientras recuerda el asunto de las comparaciones con los filmes
clásicos. Pero aquí hay que ver la película como una historia en sí misma y con
características que no competen a otras, por más nostalgia que se maneje a la
hora de presentar personajes conocidos y queridos por varias generaciones.
Star Wars: The Force Awakens
es filme con buen ritmo. No cansa, ni aburre, porque el planteamiento en
sencillo y su director, J.J. Abrams,
sabe llevar el relato de un lado a otro de manera orgánica y sin forzar los
encuentros y acontecimientos. El dinamismo de la cámara en posiciones reales y
con efectos especiales es agradable y emocionante, permitiendo el disfrute de
lo que son las aventuras espaciales de los personajes que aparecen como los
nuevos rostros de la saga que comienza. De ahí que Abrams sabe iniciar muy bien
sus películas, pero no logra terminarlas igual (¿se acuerdan de Super 8?). Esta no es la excepción: The Force Awakens tiene una primera
hora bien contada y entretenida, pero una vez resuelto el embrollo inicial, el
que compete al agradable BB-8, la
peli se cae y ofrece, aunque todavía con buenas secuencias, un desenlace al
servicio de entregas futuras y las batallas del clímax del tercer acto.
No es culpa del director, él hace bien su trabajo. pero lo
escogen porque la industria va más allá del filme y puede hacer cada detalle
explotable para ventas y ganancias aparte del conjunto de la película misma.
Donde la fotografía es precisa en los fondos y primeros planos, la cámara es
novedosa y aprovecha, cuando puede, las locaciones imposibles. Pero las
actuaciones son apenas funcionales (excepto un par) para personajes muy
agradables, pero que no llegan a tener el viaje completo luego de ser diseñados
de manera inteligente dentro del mundo intergaláctico planteado. Y donde la
música de John Williams, luego de un
rato, se vuelve abrumadora y bulliciosa; al sonar tanto, cansa y no se disfruta
como se quisiera al escuchar los temas clásicos que él mismo compuso años atrás.
Al final, la película se queda en la simpleza y
superficialidad del entretenimiento de masas, cosa que no está mal, pero sin
profundizar ni en su tema de base (la lucha del bien contra el mal) ni en la
historia completa de sus personajes bien planteados al principio y olvidados en
el tercer acto para dar paso al clímax de acción y emoción. De todos modos, eso
no le quita sus buenos aspectos y el disfrute que tendrá el mundo entero con el
reingreso de lo que parecía una historia ya cerrada, pero que parece volver
para quedarse.
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